sábado, 26 de enero de 2013

CINCO VENENOS BLANCOS (I)


CINCO VENENOS BLANCOS
En nuestra dieta existen alimentos que deberían ser llamados “veneno”, porque tienen poco valor nutricional y hasta pueden ser perjudiciales para nuestra salud. Conocidos como “venenos blancos”, la sal común, el azúcar refinado, la leche, el arroz blanco y las harinas refinadas son causantes de diferentes enfermedades consideradas graves, pues son degenerativas, como la diabetes, la hipertensión arterial y hasta el cáncer.

La sal común
Teniendo en cuenta que la sal es uno de los elementos más utilizados en nuestra dieta, y también uno de los más difíciles de expulsar, deberíamos prestar atención a la calidad de la sal que consumimos.
La mayoría de personas no se dan cuenta de las enormes diferencias entre la sal de mesa refinada estándar de uso cotidiano, y la sal natural y saludable. Estas diferencias pueden contribuir a mantener nuestra salud o, por el contrario, a incrementar el riesgo de enfermedades que sin duda preferiríamos evitar.
De todos los tipos de sal, la sal de mesa común refinada es la peor para nuestro organismo. Proviene de la sal marina, pero no mantiene su composición química natural, ya que para refinarla la tratan con elementos químicos que varían sus propiedades, y la somenten a una alta temperatura que altera la estructura química natural de la sal, lo que puede desencadenar una miríada de problemas en el organismo e incrementar el riesgo de enfermedades.
La sal convencional de cocina y de mesa que se vende en los supermercados ha sido químicamente depurada. Lo que permanece después de que se haya depurado químicamente es solo cloruro sódico, elemento químico artificial que nuestro organismo rechaza por ser una sustancia desconocida para él, que no reconoce como un nutriente.
Esta forma de sal está presente en casi toda la comida procesada. Como nutriente, la sal convencional no solo no tiene ningún valor sino que puede llegar a ser un destructivo veneno. Para que el cuerpo pueda metabolizar los cristales de la sal de mesa tiene que consumir grandes  cantidades de energía. El cloruro sódico inorgánico desestabiliza el equilibrio de fluidos en nuestro cuerpo, y satura los sistemas de eliminación, lo que puede afectar a nuestra salud. Cuando nuestro cuerpo trata de contrarestar los efectos de la sobredosis de sal a la que está expuesto diariamente, las moléculas de agua rodean al cloruro sódico para descomponerlo en iones de cloruro y sodio para que nuestro cuerpo sea capaz de neutralizarlas. Para hacer esta labor, nuestro cuerpo toma el agua que necesita del interior de las células, por lo que se sacrifica el agua perfectamente estructurada que se encuentra ya almacenada en las células con objeto de neutralizar el cloruro sódico sintético. Esto produce una deshidratación en las células e incluso su muerte prematura.
Por cada gramo de cloruro sódico del que nuestro cuerpo consigue liberarse, emplea 23 veces la cantidad equivalente de agua celular para neutralizarlo. Por ello, la ingesta de sal de mesa común provoca un exceso de fluidos en los tejidos del cuerpo, lo que puede contribuir a padecer:
  • Celulitis.
  • Reumatismo, artritis y gota.
  • Piedras en los riñones y en la vesícula biliar.

      Además, esta sal contiene conservantes cuya declaración en los envases no es obligatoria (el carbonato de calcio, el carbonato de magnesio y los denominados E-535, E-536, E-540, E-550, E-551, E-552, E-553b, E-570 y E-572), así como el hidróxido de aluminio para evitar que la sal se apelmace.

También es importante considerar que nuestro organismo solo es capaz de expulsar el 50% (aproximadamente) del cloruro sódico que ingerimos, necesitando más del doble de agua para ello. El cloruro que no es capaz de expulsar nuestro cuerpo es almacenado y cristalizado de nuevo, y dependiendo de nuestra salud o edad puede producir fallos en nuestro organismo como cálculos renales, problemas en las articulaciones, hipertensión, retención de líquidos, cúmulos de adiposidaes, gota, celulitis, etc…

Por otro lado la sal es imprescindible para nuestra vida, ya que regula y mantiene el equilibrio de la cantidad de agua en nuestro organismo (equilibrio hídrico), entre otras funciones.

La sal, desde un punto de vista energético, es la unión de iones positivos y negativos (cationes y aniones), que guardan equilibrio y forman cristales que disueltos en agua conducen la electricidad. Esta es una de sus propiedades más valiosas, ya que teniendo en cuenta que nuestro cuerpo es en gran parte agua, y es recorrido por energía que lo mantiene equilibrado y funcionando correctamente, la conductividad energética de la sal que ingerimos es muy importante para mantenernos sanos. Entre otras cosas, interviene en la propagación de nuestros impulsos nerviosos, ya que son impulsos eléctricos.

Para que funcione nuestro cuerpo perfectamente debemos elegir una sal completa que contenga todos sus elementos naturales. Una alternativa natural y saludable a la sal convencional es la Sal del Himalaya, también llamada sal de roca o sal rosada.

La Sal del Himalaya proviene de yacimientos al pie del Himalaya, donde la sal marina cristalizó hace aproximadamente 250 millones de años, en la era secundaria cuando allí existía un gran océano, y donde ha permanecido fosilizada hasta nuestros días.

Es una de las sales más ricas y especiales de las que podemos disfrutar, ya que guarda toda la pureza como ningún otro alimento. Es muy rica en minerales y oligoelementos sin ninguna alteración ni proceso de refinamiento posterior, y guarda unas propiedades energéticas excepcionales.

Algunas de sus características especiales se deben a:

  • Su antiguedad y pureza. No contiene contaminantes medioambientales ni añadidos químicos
  • Su extracción manual
  • Su proceso de lavado, sin temperaturas altas
  • Su estructura cristalina perfecta, gracias a la cual esta sal no necesita absorbentes de humedad como otros tipos de sal común, ya que guarda siempre su "soltura"
  • Sus elementos minerales, que mantienen el equilibrio energético y químico de nuestro organismo
Contiene oligoelementos que el cuerpo necesita pero no produce; es decir, necesita ingerirlos. Es muy rica en calcio, hierro, magnesio y potasio. Su color rosa anaranjado proviene del hierro.

La estructura única de esta sal también almacena energía vibracional primaria. Todos los minerales y elementos traza de los cristales de la Sal del Himalaya están disponibles en forma coloidal, lo que significa que son tan pequeños que las células pueden absorberlos fácilmente. No sobrecargan nuestro cuerpo, ni contribuyen a aumentar la tensión arterial como la sal de mesa convencional.

Los elementos de los cristales de esta sal forman un compuesto en el que cada molécula está interrelacionada y posee una perfecta estructura cristalina. Esta conexión permite que los componentes vibracionales de los 84 elementos traza presentes en la Sal del Himalaya estén en armonía unos con otros, contribuyendo por tanto a su efecto equilibrador.

Dado que la estructura cristalina de la Sal del Himalaya está equilibrada, esos 84 minerales se encuentran interconectados en una estructura ordenada, armoniosa y vibrante,  que hace que la energía contenida de los minerales pueda ser fácilmente metabolizada por el organismo.

La Sal del Himalaya, tiene un efecto energético vital. Equilibra el líquido del organismo, lo que ayuda en múltiples problemas, ya que cuanto mejor es nuestra circulación, mejor funcionan los órganos, más cantidad de oxígeno llega a nuestros músculos y articulaciones, mejor hacemos la digestión, y mejor eliminamos las toxinas. Por ello la ganancia neta del organismo con su ingesta es grande y con cero pérdidas de energía, aportando beneficios tales como:

  • Equilibrar el exceso de acidez de las células, particularmente las células del cerebro
  • Absorber las partículas de alimentos en el tracto intestinal
  • Ayudar a limpiar los pulmones de obstrucciones de mucosidad y flemas
  • Ayudar a limpiar la congestión de los senos nasales
  • Prevenir calambres musculares
  • Reafirmar la estructura del esqueleto
  • Regular el sueño
  • Mantener la libido
  • Prevenir la aparición de varices en las piernas
  • Estabilizar los latidos irregulares del corazón
  • Equilibrar los niveles de azúcar en sangre
  • Ayudar a retrasar el envejecimiento
  • Contribuir a la generación de energía hidroeléctrica en las células de nuestro cuerpo.

En definitiva:
Sal del Himalaya ayuda a devolver a nuestro cuerpo al estado de equilibrio

sábado, 12 de enero de 2013


EL TIMO: LA LLAVE DE LA ENERGIA VITAL

El Timo es la primera glándula que se forma en el cuerpo humano y corresponde al cuarto chakra. Se ubica en el centro del pecho, detrás del esternón, justo donde ponemos el dedo cuando decimos “YO”

Su nombre viene de la palabra griega “thymos”, que significa energía vital. Si somos invadidos por microbios o toxinas, reacciona inmediatamente produciendo células de defensa.

Es un órgano del sistema linfático cuya estructura aparece completamente desarrollada en el tercer mes de gestación, y continúa creciendo hasta la pubertad donde alcanza su máximo crecimiento. Luego empieza a encogerse, atrofiándose de forma progresiva y constante, alcanzando así la edad adulta, aunque en realidad sigue funcionando toda la vida.

Pero eso no es todo, ya que el Timo es una glándula que parece tender a crecer cuando estamos alegres y a encoger a la mitad cuando estamos estresados y, aún más, cuando enfermamos.

Esa característica confundió durante mucho tiempo a la medicina, que solo lo conocía a través de las autopsias y siempre lo encontraba achicado y encogido. Se suponía que se atrofiaba y dejaba de trabajar en la adolescencia. Tanto es así que durante décadas los médicos americanos bombardeaban timos perfectamente saludables con altas dosis de rayos X, creyendo que su “tamaño anormal” podría causar problemas. Más tarde la ciencia demostró que, aunque encogiera después de la infancia, sigue siendo activo.

Su misión principal es enseñar a los linfocitos a reconocer a las células del organismo, distinguiéndolas de las invasoras, que deben ser eliminadas. Luego, estas células entrenadas en el Timo pasan a ser linfocitos T, que entran al torrente sanguíneo y viajan hasta los ganglios linfáticos, el bazo, las amígdalas y las placas de Peyer; es decir, hasta los órganos que se encargan de protegernos de los ataques del exterior. No sólo eso: el Timo produce tres sustancias, con características de hormonas, que controlan y regulan en trabajo de los linfocitos T. Así, es uno de los pilares de nuestro Sistema Inmunológico, junto con las glándulas adrenales y la médula espinal y está directamente conectado a los sentidos, la conciencia y el lenguaje.

El Timo es muy sensible a los estados de ánimo. Su vitalidad se ve afectada por el estrés, por la ira, por el amor, por el odio. Se activa con la alegría y se aletarga con la tristeza. Pero también es muy sensible a imágenes, colores, luces, olores, sabores, gestos, vibraciones, toques, sonidos, palabras y pensamientos. Amor y odio lo afectan profundamente.

Pensamientos negativos tienen más poder sobre él que los virus y bacterias. Como esa actitud negativa no existe en forma concreta, como realmente no se está produciendo una reacción bacteriana, le hacemos trabajar en balde y se debilita, generando una situación de estrés, luchando contra un invasor desconocido y abriendo espacios para síntomas de baja inmunidad, como los herpes.

En compensación, pensamientos positivos consiguen activar todos sus poderes, lo fortalecen porque se activa, pero no pone en marcha sus funciones defensivas.

Es todo un mensaje de nuestro organismo que nos pide que mantengamos actitudes relajantes, positivas, gratificantes, comprensivas, de aceptación, empáticas.

Según la Medicina Tradicional China, cuando la energía de los meridianos de acupuntura fluye libremente por todo el cuerpo, los hemisferios cerebrales se hallan equilibrados. Al mismo tiempo el Timo estará activado.

Cada meridiano posee una actitud emocional específica, positiva y negativa. Cuando nos encontramos en un determinado estado emocional negativo, la actividad del Timo se ve debilitada, produciendo un deterioro general de la energía vital, y un deterioro específico de la energía del meridiano vinculado a ese estado emocional.

Si persiste ese estado emocional durante largo tiempo, los meridianos asociados continuarán desequilibrándose, llegando a dañar a la fisiología del órgano correspondiente hasta provocar la enfermedad. Esta cadena de acontecimientos demuestra lo importante que son los factores psicosomáticos para la salud.

El Timo es el nexo de unión entre la mente y el cuerpo, siendo el primer afectado por las actitudes mentales y el estrés. Controla y regula la energía vital a través de los meridianos de acupuntura, por lo tanto es la llave maestra del sistema energético corporal.

La mayoría de las personas cuando tienen que hacer frente a una tragedia, ya sea una enfermedad personal, la muerte de un familiar o cualquier otra, responde disminuyendo la actividad de su Timo, reduciendo su energía vital. La primera respuesta del cuerpo al estrés es el encogimiento del Timo. 

En resumen, el Timo controla nuestra energía vital. Si queremos encontrarnos bien, si deseamos tener equilibradas y activas nuestras energías físicas y mentales, si queremos mostrarnos invulnerables al estrés, hemos de tener una buena actividad del Timo. Esta glándula se ve controlada por las emociones más poderosas, tanto positivas como negativas.

Si queremos, podemos ejercitar el Timo para aumentar su producción de bienestar y felicidad. Ejercitándolo mantendremos activo el Sistema Inmunitario y alejaremos el peligro de las infecciones.

Podemos hacerlo mediante la realización de este sencillo ejercicio por la mañana, al levantarse y por la noche antes de acostarse:

           a) De pie, con las rodillas ligeramente dobladas, (la distancia entre los pies debe ser la misma de los hombros). Apoya el peso del cuerpo sobre los dedos de los pies, y no sobre el talón y mantén toda la musculatura muy relajada.

          b) Cierra cualquiera de las manos y empieza a dar golpecitos continuados con los nudillos de los dedos en el centro del pecho, marcando el ritmo así: uno fuerte y dos débiles. Sigue haciéndolo entre 3 y 5 minutos, respirando tranquilamente, mientras observas la vibración producida en toda la región torácica. 

El ejercicio estará atrayendo la sangre y la energía para el Timo, haciéndolo crecer en vitalidad y beneficiando también los pulmones, el corazón, los bronquios y la garganta. O sea, llenando el pecho de algo que ya era suyo y solo estaba aguardando una mirada de reconocimiento para transformarse en coraje, calma y nutrición emocional.